Había una vez un bebé que nació al mismo tiempo que cuando se instaló un Atelier de Ciclistas. Ambos crecieron tal como lo contó la fábula del árbol y el niño, entrambos se hicieron aprendieron y conocieron a mucha gente de todo tipo; el joven creció y la empresa también, pero en la primera juventud tomaron rumbos diferentes, como la vida lo determina, by the book, para la maduración de los organismos. Ahí se había cerrado el círculo del primer aro. Después vinieron los infalibles años y su peso, llegó padre Tiempo y todo lo cambió, el niño ahora adulto ha terminado con el ciclo de vida del Atelier de Ciclistas, así como se creó se terminó con la ausencia y la marcha de todos alrededor, finalizó para buscar el destino propio de cada quien cerca o lejos, peor o mejor. El invierno termina en casi todo el mundo, existen los cambios a gran o pequeña escala, cada quien a su ritmo evoluciona o llega a un punto de desarrollo, espiritual y personal. Los ciclos se cierran y se abren a vece...